domingo, 25 de octubre de 2015

Tinta de lluvia.

Dicen que la mejor forma de impedir que alguien te cause dolor es no permitir que tu corazón sepa de su existencia. Si sientes que ya es demasiado tarde, es porque le quieres, y le quieres bien. No me gusta que las cosas se acaben, ni establecer un final o un principio. Quizás por eso soy incapaz de acabarme el croissant de chocolate que me trajiste para desayunar, y dos días después aún conservo un cachito en el frigorífico. Quizás  por eso duermo en tu lado de la cama las noches en las que no estás, para llenar el hueco que dejas, que a estas alturas tengo que reconocer que me genera más vacío que el mío(y conserva cierto olor a ti). Quizás por eso sonrío con cara de idiota cuando veo tus fotos, y me enamoro una y otra vez de la sonrisa que veo en ellas, llena de dientes desalineados, con hoyuelos disimulados, imperfectamente perfecta. Quizás por eso me giro cuando alguien con el aroma de One Million pasa a mi lado, con la absurda esperanza de al seguir su rastro encontrar tu rostro. Quizás por todo eso, entre unas cuantas cosas más, tenga que admitir que el amor existe, que por muchos motivos materiales impregnados de envidia que la gente invente, hay cosas que no se compran con regalos ni dinero, y no hay motivo más sencillo y bonito para que dos personas estén juntas que el sentimiento que comparten. Y que aunque sepa que podría permitirme perfectamente vivir sin ti, ahora mismo, me aterra el hecho de pensar en la posibilidad de no tenerte aquí conmigo. #Logroño #SanAntón #tintadelluviaycarretera #ratosdetintaypapel #ratosmoñas #díasgrises #winteriscoming

martes, 6 de octubre de 2015

Sé que nunca te lo dije. Pero te quiero.

Caminaba con paso lento sin saber qué dirección seguir, envuelta en su manto de lágrimas sujetando el ramo de margaritas ya secas, moribundas, que a duras penas conservaban sus pétalos impares. La lluvia comenzó a golpear con fuerza el hueco vacío que brotaba de su alma, provocándole un temblor ligero, al principio, que fue creciendo hasta hacer tiritar a todos y cada uno de los huesos que asustados se escondían bajo su piel. Su larga melena dorada se había apagado por completo, cayendo sobre sus hombros desnudos, sin un brillo de esperanza que le hiciera resistirse a los gritos del viento que la desgarraba. Pero Martina no lo sentía. No sentía el viento, ni el frío, ni el agua, ni las afiladas piedras del lúgubre y angosto camino que se clavaban en sus pies descalzos, haciendo que dos hileras de sangre manaran de sus plantas, concluyendo en un pequeño charco que se confundía con los restos de barro y salitre, dibujando un corazón. Cuando por fin se detuvo frente a Lucas, haciendo rechinar los dientes en un intento desesperado por controlar la rabia que la ahogaba por dentro, se derrumbó sobre su cuerpo ya sin vida, y con las pocas fuerzas que le quedaban dejó escapar una última frase, antes de perder el conocimiento: "Sé que nunca te lo dije. Pero te quiero".