martes, 23 de junio de 2015

Tinta de lluvia.

-¿Cómo me llama?-Preguntó el joven retomando la conversación, sin ocultar su expresión de desconcierto.
-No te llama de ninguna manera.-Respondió el anciano mientras recogía con la cucharilla los restos de nata de su taza de café.
-¿No habla de mí, entonces?
-Claro que habla. Pero no hay ninguna necesidad de ponerle etiquetas a las personas…Ni creo que tú estés haciendo nada por merecerlas últimamente.
-Gracias.-Dijo con gesto incómodo.
-Para ella eres…Especial.
-¿Especial?-Preguntó el joven sorprendido.
-Sí. Especial.-Repitió el anciano dejando ver entre sus arrugas lo que parecía una ligera sonrisa.-Es la palabra con la que le gusta describirte. La palabra que por lo general utiliza cuando algo le resulta indefinible, indescifrable, fuera de lo normal o de a lo que está normalmente acostumbrada. Lo cierto es que "especial" no quiere decir absolutamente nada, pero si es hora de sincerarse y admitir lo que pasa, para ella quiere decir que lo tienes todo. Especial radica en la necesidad de ponerle un nombre a lo desconocido, y en el hecho de que a veces le cuesta entender todas y cada una de tus puñeteras actitudes. Especial significa en su mundo, en su idioma: “Está loco, es lo más cuerdo que existe, se acerca, se aleja, me echa en falta, ni me recuerda, soy lo que quiere, habla de tantas...cree que me tiene, teme no tener nada.” Pero hay algo que está claro que sí tienes. Tienes la maravillosa habilidad de hacerla sentir. Le haces sentir, y esa sí que es la más clara influencia que generas sobre su persona. Y en ocasiones se siente idiota, manipulada, lejos de ser por momentos esa persona inteligente que creía ser, y que de hecho es, ni nada que se le parezca. Y su centro, su equilibrio, su razón, sus pilares...transitoriamente todo declina, todo se va, se esfuma. ¿Qué es lo que te pasa entonces, muchacho?
-No me pasa nada.-Susurró él, sin saber qué contestar. El anciano negó con la cabeza.
-Respuesta no acertada. Sí pasa. Pasa que como todos, tienes derecho a tener miedo, y a equivocarte. Somos humanos, cometemos errores, repetidos y frustrantes. Pero para ella tú eres, indiscutiblemente, alguien especial.

martes, 2 de junio de 2015

A punto.

Cada mañana de domingo, cuando despiertas abrazada a un hueco vacío, cuando amaneces y sientes que no hay nadie al otro lado de la cama, aunque lo haya, te encuentras queriendo huir sin saber por qué. Y no sabes por qué hasta que llega algo capaz de llenar ese hueco y acabar con una soledad que aunque te cueste admitirlo muchas veces no fue buena compañera. Es entonces cuando entiendes, que ningún viaje fugaz entre unas piernas te dará eso que buscas. Porque el que ha sentido alguna vez sabe que el amor es algo más que decir "te quiero" antes de sentirlo o caminar por la calle cogida de la mano y sentir que caminas sola. Que antes de todo eso el amor necesita de unos ojos, de una mirada, de una sonrisa donde poder quedarse a vivir cuando uno quiera. Hace poco leí en alguna parte, eso de que es bueno tener sonrisas a punto, guardadas en esos domingos llenos de vacío, por si aparece el beso que añorabas o vuelves a dormir una noche en la que tus sueños dejan de convertirse en pesadillas, porque sientes que hay alguien a tu lado que se encarga de matar a tus monstruos y fantasmas. Es bueno tener también abrazos a punto, para fundirte entre las sábanas rodeada de un cuerpo que no es el tuyo, y brindar con las mejillas enrojecidas por el primer sol de este verano que amenaza con traer las mejores madrugadas en vela que puedas imaginarte. Es bueno tener a punto la capacidad de sorprenderte, de enamorarte como la primera vez, para dejarte llevar por lo que sientes y capturar paisajes que no desaparecerán nunca más de tus retinas. Y sí, es bueno tener sonrisas a punto, por si  algún día en lugar de follar vuelves a hacer el amor como si el mundo fuese a terminar mañana mismo y el tiempo se detuviera en el instante en el que sus labios, sus ojos, su cuerpo y hasta su alma se pierdan entre los tuyos. Es bueno tener sonrisas a punto, caricias a punto, abrazos a punto, besos a punto. Palabras para decirle de las que salen del corazón. Silencios para mirarle dentro y sentir que te bañarías en él aún cuando el agua esté helada, y que podrías vivir en esa playa tendida desnuda sobre su arena durante el resto de tu vida.