viernes, 27 de febrero de 2015

La ley débil de los grandes números.

La ley débil de los grandes números es una primera justificación teórica de la ley empírica de justificación de los promedios. La ley de los grandes números es esa ley misteriosa, tan imponente como la famosa ley de la gravedad, pero mucho más discreta, que bajo la sombra de la ignorancia de todos los que la desconocen impide que ocurran cosas, como que los sábados por la noche los bares estén abarrotados mientras las terrazas están vacías, o que un mes de agosto los veraneantes decidan ir a la montaña mientras las playas están desiertas. La ley débil de los grandes números es esa ley que impide que ocurran cosas como que el balón no entre por la red tras varios tiros fallados justo en el instante en el que la bocina señala el final del partido con el marcador un punto en contra. La ley débil de los grandes números es esa ley que impide que dos personas que apenas se ven sean incapaces de superar esa atracción tan difícil de explicar con palabras cada vez que el destino las sitúa de nuevo en el mismo camino. Sin embargo no es capaz de impedir cosas como que tú y yo no podamos respirar el mismo aire durante más de cinco minutos seguidos, sin desnudarnos con la mirada, y sentir la necesidad de comernos a besos. No es capaz de impedir que aunque no me gusten los lunares recorrería tu espalda a ciegas con mis manos, en busca de los tuyos. No es capaz de impedir cosas como que me mires, sonrías con cara de idiota, y se pare el tiempo, haciendo explotar todos los relojes de arena del mundo, esparciendo los restos en todas las direcciones posibles sin importar a quién salpique. Y es que la ley débil de los grandes números es débil cuando se enfrenta a lo más impredecible con lo que cualquier estudio, criterio o experimento matemático se puede encontrar: Los sentimientos humanos.


miércoles, 18 de febrero de 2015

Autolección número 1.

La vida resulta un poco más sencilla cuando aprendes a aceptar una disculpa que nunca recibiste. Qué gran verdad. Y buenas noches.


sábado, 14 de febrero de 2015

Febrero entre líneas.

Suelo decir que leer un libro por segunda vez es como besar a alguien. La primera vez, intuyes que te gustará. La segunda, ya sabes que tiene algo especial. Alguien. Alguien que de abrazos de esos que huelen tan bien y que susurre al oído palabras cuyo significado se diluya absorbido por la atracción que provoca su voz. Que me haga reír. Que me haga poner cara de idiota cuando me mira y sonríe. Alguien a quien le de igual madrugar el fin de semana aunque haya trasnochado si hay un plan de domingo interesante. Que entienda mi independencia y mis notengotiemponiderespirar, tan ocupado que a ratos se olvide de mí, para recordarme luego con más ganas que nunca. Alguien que me vuelva loca, que ponga mi mundo patas arriba convirtiéndose en ocasiones en mi mayor preocupación...y al mismo tiempo en la mejor. Que apenas tenga tiempo para dormir, ni ganas, cuando yo esté entre sus sábanas, pero que cuando lo haga duerma tan pacíficamente que tenga que buscarle el pulso. Alguien que haya sufrido, y que entienda el sufrimiento. Que entienda mis silencios. Que los entienda hasta tal punto que sin decir nada me mire y sepa que algo me pasa. quién soy, y lo que siento. Y lo acepte.  Que no intente cambiarme , ni descoser mis cicatrices, ni corregir mis defectos, sino que simplemente por ser como es él consiga que me abra a él y abrirse a mi, consiga hacerme a mí mejor persona. Esa persona. Hay más de siete mil millones ahí afuera. Pero imagino que así, solamente necesito una. 


domingo, 8 de febrero de 2015

Perdona si te llamo amor.

-Cuando las mariposas se enamoran, ¿sienten humanos dentro de su estómago?

+Las mariposas no pueden enamorarse.

-¿Por qué?

+Porque no tienen corazón.

-Entonces yo tampoco.

+¿Por qué?

-Porque hace tiempo que te quedaste con el mío.


Y perdona si te llamo amor. Pero yo no lo decido.


jueves, 5 de febrero de 2015

La sonrisa de Lúa.

Interésate por ella. Tampoco a todas horas, no la agobies, pero que intuya que te importa lo que te cuenta. Que te acuerdas, que la escuchas. Haz que se sienta escuchada, y comprendida, que aunque sea una chica fuerte, valiente e independiente tiene un hombro en el que apoyarse...si lo necesita. Háblale de sus fotografías, esas que ves en sus redes sociales. Tampoco constantemente, que no se sienta acosada, pero sí observada. A las mujeres nos gusta que nos miren. Dale los buenos días, y las buenas noches. Tampoco siempre, pero empieza a hacerlo, que le sorprenda, al principio, y lo eche en falta después el día que no lo hagas, para que le haga ilusión cada vez que vuelvas a hacerlo de nuevo. Sonríele, y hazla sonreír. Hazla reír con tonterías, con cualquier cosa que se te pase por la cabeza, pero no lo prepares de antemano, sé tú mismo, cuanto más espontáneo y natural te salga mejor...a las chicas nos encanta que nos hagan reír. Dile que tiene una sonrisa muy bonita. Ella ya lo sabe, pero se pone roja cada vez que se lo dicen...le encanta que se lo digan. Mírala a los ojos cuando hables con ella. Sé que es difícil mantener esa mirada, ni clara ni oscura, ni verde ni miel, porque a veces su frialdad, su apariencia, todo eso que hace y que tiene y que gira en torno a ella, impone un poco, pero en cuanto seas capaz de mirarla a los ojos cada vez que le hables, cuando lo consigas, podrás disfrutar de sus imperfecciones, de lo bonita que es cuando deja a un lado su armadura, y se muestra tal cual es. Su esencia. Ella es dulce, es sencilla, y al mismo tiempo tremendamente compleja y rara. O más que rara, diferente. Ella es diferente a todas las demás que has conocido...y lo sabes. Invítala a un café. Invítala con la excusa de que necesitas su ayuda o su consejo para cualquier cosa, invítala...y déjate llevar. Vive el momento, enamórate de su sonrisa, de sus rarezas, de su mirada, de su forma de recogerse el pelo en una coleta despeinada o de jugar con la cucharilla dentro de la taza. Y pase lo que pase, suceda lo que suceda en su vida, nunca pierdas la esperanza. Porque además de todas estas cosas, ella es totalmente impredecible. Le cuesta poner un pie delante del otro, avanzar sin miedo, le cuesta una barbaridad. Pero si lo consigues, si consigues que algún día el destino se ponga de tu parte, y avance hacia ti, puedes estar seguro de que no lo hará hacia nadie más. Será sincera, y aunque pueda cometer errores, tendrá claro qué camino quiere recorrer contigo. Tendrá claro que el camino que quiere recorrer, es el que elijas tú.


lunes, 2 de febrero de 2015

Tinta de domingo.

"He aprendido que lo que se nos mete entre ceja y ceja es lo que más tarda en salir del corazón. Que todos tenemos un semáforo en ámbar y una historia que contar. He aprendido que para depurar hay que llorar y que para querer hay que poder. He aprendido a poner caras y a levantar la mía hacia las nubes. A darme de bruces con el techo y a dar del interior lo que no debería ver el exterior. Pero sobre todo, he aprendido que nada de todo esto vale la pena sin alguien que te haga ser incoherente. Alguien que llegue, te empuje a hacer cosas de las que jamás te creíste capaz y arrase de un plumazo con tus principios, tus valores, tus "yo nunca", tus "yo qué va". Existen dos emociones inútiles asociadas al pasado: El arrepentimiento y la culpa, y una emoción inútil asociada al futuro: La preocupación. y cuanto antes te desprendas de las tres, antes empezarás a apreciar lo que tienes."