lunes, 30 de septiembre de 2013

De nuevo, Lunes.

Todos los lunes, a las 7:30 de la mañana, escucho cómo se va. Tampoco es que haga mucho ruido, pero lo suficiente como para saber que es él. Y todos los lunes me quedo tirada en la cama, escuchando su voz despidiéndose de mi madre, la puerta de casa al cerrarse, y el sonido del ascensor. Volverá en cinco días, como todas las semanas, él siempre vuelve, siempre. Pero aún así soy incapaz de levantarme y salir a decirle "adiós", o más bien, "hasta pronto". Nunca me han gustado las despedidas, y lo cierto es que le echo de menos cuando no está. La casa está triste cuando él falta, como vacía, aunque nunca haya sido de parar mucho por aquí, ni yo tampoco, pero lo siento, lo noto, no me gusta su ausencia, no sé. Parecerá una tontería, pero es curioso  el poco espacio que ocupa cuando está aquí...y el hueco tan grande que deja cuando se va.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Adiós Verano, Hola Rutina.



Últimamente sé cómo explicarme pero no sé cómo entenderme. Me siento un poco desastre con las personas, y es irónico, porque escribo cosas y la gente se reconoce en ellas, pero creo que hay una gran diferencia entre entender algo y que se te de bien, entre escribir lo que sientes y sentir lo que escribes...Entre sentir sin pensar, o pensar sin sentir. No sé. Somos raros, los seres humanos. Crecemos con la sensación de que nuestra cama es una traje que nos viene demasiado grande, de que los domingos son aburridos sin alguien, de que las noches son muy largas y hay demasiadas estrellas para contarlas solos. Cuando llega la rutina de nuevo se nos acumulan las excusas para irnos a dormir muy tarde y despertarnos sin ganas de luchar contra el mundo. Será que ya no sabemos hacer las cosas bien, ni estar no sólo cuando queremos sino también cuando nos necesitamos, ni decir "te quiero" cuando hay que decir "te quiero" y decir "hasta pronto" cuando hay que decir "adiós", o al revés. Será todo eso acumulado y multiplicado por el hecho de que hace mucho que no sabemos restarle soledad a las horas, que se han acostumbrado a pasar sin que nos demos cuenta. Esperamos cualquier gesto que nos saque de la monotonía. Una llamada de las de para nada en concreto, un mensaje de WhatsApp que nos robe una sonrisa, o a alguien que nos abrace sin pedirnos explicaciones. Qué ironía que haya tanta gente a nuestro alrededor y que no nos valga cualquiera, que a ratos nos sintamos tan solos. ¿Cuándo se darán cuenta el agobio y la desgana de que no nos hacen falta? Supongo que les veremos morir alguna de estas tardes de otoño, y sonará como si alguien hubiese pisado todas las hojas secas del mundo. Sonará como un "crac", y no sé qué pasará entonces. Pero sé que siempre hay quien de repente consigue dar color a la rutina y despejarse de la ecuación del mundo. Diferenciarse. Eclipsar la miel de mis ojos, que cuando le vean sonrían. Y en esos momentos nadie sabría decir si el sol está en el centro de la galaxia o son sus andares los que lo atraen todo con la fuerza de la gravedad que desprende cuando camina. Nadie.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Vuelve.

Hacía frío, pero Daniela no era consciente. Le dio una última calada a su cigarrillo y lo apagó contra el suelo, haciendo que las cenizas se confundieran en el asfalto. Dejó caer sus pestañas hacia el bordillo de la acera sobre la que estaba sentada, y estiró sus piernas sobre la carretera, sintiendo los dedos de los pies entumecidos dentro de los zapatos de tacón. Se deshizo de ellos allí mismo, sin levantarse, y buscó en el interior del bolso su teléfono móvil. Seguramente dormiría, pero no le importaba hablar con su contestador automático. Le buscó en llamadas recientes, y esperó. Tras la media docena de tonos de rigor y la irritante voz de la señorita "Dejesumensajedespuésdeoirlaseñal", tomó aire y dejó que ese nudo que tenía atascado dentro comenzara a deshacerse por su boca. Sin parches, sin adornos, sin anestesia.

"Podría darte mil razones para que vuelvas: Te daría el abrazo más fuerte del mundo, uno de esos que huelen tan bien, y ya no tendrías que ver películas para acostarte. Yo te contaría una al oído, hasta que fuese demasiado tarde y se mezclasen mis palabras con el comienzo de alguno de tus sueños raros. O podríamos pasarnos toda la noche en la cama, sin dormir. Siempre hay cosas mejores que hacer en una cama. O contándonos lo que hemos hecho durante todo ese tiempo que nos buscábamos, sin saber siquiera quiénes éramos, si existíamos realmente o si sólo éramos el reflejo de una de esas historias en las que chico conoce a chica...y todo lo demás. No sé. No te pasarías el domingo pensando "¿qué puedo hacer?", porque podrías hacerme a mí, feliz, o lo que sea, un día más. O el amor, como tú dices. Esta vez podría esperarte despierta con una pizza para cenar. Podríamos irnos a merendar a algún parque de esos en los que hay hierba y hormigas a las que les gustan las hamburguesas con queso y las patatas fritas. Perder el reloj, y la noción del tiempo, para terminar perdidos el uno en la mirada del otro pidiéndonos a gritos algo más. Y esta vez nos lo daríamos desde el principio, no sólo al final. Es demasiado pronto para hablar de principios, y de finales. En realidad es demasiado pronto para hablar de nada, pero qué quieres que te diga, a estas alturas. Son las seis de la madrugada, no tengo ganas de dormir, y no puedo dejar de pensar en ti."

Tras un leve suspiro colgó el teléfono y lo arrojó de nuevo al interior de su bolso. Se puso en pie, recogió los zapatos del suelo y comenzó a caminar descalza, en dirección al portal de su casa. Entonces el olor a una colonia que no era la suya llamó su atención,y antes de que pudiera darse media vuelta unos brazos la arroparon por la espalda, haciéndole sentir, por fin, que no se abrazaba a un hueco vacío. Sintió su respiración junto a su cuello, y su voz le susurró al oído:

"Llegas un poco tarde. Me he acabado casi toda la pizza."


martes, 17 de septiembre de 2013

Just Live.

"At this age, everything is changing. Day by day we don't notice, but just look back over the past year and you will realize everything has. People you thought were going to be there forever aren't, and people you never imagined you'd be speaking to are now some of your closest friends. Life makes little sense, and the more we grow the less sense it will make. So make the most of now, before it all changes once again, because in the near future, all of this is only going to be memories."


Enjoy de moment. Just Live.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Verano...no sé cómo despedirte.


Destruiste todos los límites en el mismo instante en el que decidiste formar parte de mi vida.  El nopuedo y el nodebo se rindieron a los pies del quiero, y todo, absolutamente todo resultaba más sencillo de lo habitual, a tu lado. Aprender a volar sólo dependía de lo fuerte que me agarrases de la mano. O algo así. Tenía esa sensación porque cuando me soltabas era como precipitarme violentamente hacia el vacío. Maldita gravedad...ojalá fueses tú, y no el sol, el centro del universo. O al menos de mi habitación. Nunca encontré las palabras adecuadas para explicar que ese "te quiero" escondía una llamada de socorro. Y no era egoísmo, porque quería que me salvases, pero también quería salvarte yo. Yo, que empecé a creer en la suerte cuando te vi sonriendo, aquella tarde en aquella cafetería a finales de septiembre, que seguramente ya ni recordarás. A veces tenía miedo, porque sentía que mi vida comenzaba en el preciso instante en el que me enviabas un simple mensaje diciendo algo como "Estoy ya, baja". O cuando me llamabas por teléfono y tu voz era la melodía más bonita del mundo. Que me acelerases la respiración fue otra de las alarmas que me avisaron de que empezaba a quererte. Y ahora...ahora no sé. Queda muy poco para que termine el verano, y la verdad, no sé cómo despedirle. Las hojas caerán, secas y derrotadas, rendidas junto a sus árboles, y crujirán bajo las pisadas de quienes caminan hacia delante, sin mirar atrás. Los atardeceres volverán a ser especialmente hermosos, el viento soplará de nuevo y nos envolveremos con ropa de abrigo para protegernos del frío, ese frío que tan poco me gusta sentir, y que tanto siento últimamente. Sin darme cuenta te echaré de menos. Cerraré los ojos y aún nos veré, siendo felices. Felices...Hace mucho que no se me ocurre sonreír por ello, supongo que no tiene mucho sentido hacerlo sin motivos. Creo que esperaré un poco más, quizás a que empiece el otoño, siempre he creído que es una bonita época para cicatrizar. Para olvidar, y empezar de nuevo. Al fin y al cabo, es imposible olvidar sin permitirse recordar.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Septiembre.

Hoy ya es mañana, y mañana es pronto todavía, aún siendo tarde. Hay demasiado silencio, no me gusta, pero la música desgarraría el ambiente con su tonta y nostálgica melancolía, y la televisión está llena de gente que habla sin decir nada...no me apetece. Septiembre. Comienza a llegar la noche cada vez más temprano y al mismo tiempo los días se hacen largos, transcurren lentos, impasibles y anodinos, con una monotonía irregular fruto de la inestabilidad que les provoca el no saber por dónde avanzar. Como quien no llama a la puerta y directamente entra y se sienta a tu lado, como quien empieza a venir sin llegar nunca. Y yo empiezo a perder todas las madrugadas el sueño. Quisiera no sentir nunca el vacío, o quisiera saber cómo llenarlo, sin nudos ni malos tragos, sin esa absurda manía que tienen mis tripas de sonar con el estómago cerrado. Me estremezco cuando pienso en esas personas que olvidan como si fuera cuestión de pasar la página de un libro con las hojas en blanco. No se habrán enamorado nunca, supongo. Pero a estas alturas sólo me sale quedarme callada, mirar adelante, tararear el tic-tac del paso del tiempo, y seguir. No sé si alguna vez os habéis perdido yendo a ninguna parte. Así es como me siento yo, en este último Septiembre. Camino sin rumbo fijo, y me digo una y otra vez: Siente, no temas...Siente, no pienses.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Inventando Melodías.

Daniela continuó removiendo los posos del fondo de su taza de té con la pequeña cucharilla de madera, mientras Paul aguardaba en silencio, esperando un final. Sin levantar la cabeza, con tono tranquilo y aparentemente desinteresado, continuó la conversación.

-A veces las calles hablan. El ruido de tus botas haciendo "pic pac" contra el suelo al ritmo de la música que sale de tus cascos va mucho más allá del eco que rompe el silencio que llevas dentro, los escaparates te saludan a ti misma con su reflejo acuoso, y el cielo parece estar más azul de lo normal, aunque llueva o sea de noche. Las nubes desde lo alto adoptan formas curiosas, moviéndose como el algodón de azúcar cuando sopla el viento, y cuando las miras no puedes evitar tener la sensación de que cobran vida propia, de que hay algo más ahí arriba, observándote. A veces cruzas en rojo el semáforo sin pensar, y un coche se detiene en seco justo antes de que pases sin si quiera protestar. Simplemente se detiene, y su conductora te dedica un leve gesto comprensivo con su mano izquierda. A veces el hombre del quiosco te mira con dulzura y esboza una sonrisa llena de dientes desordenados, que en ese momento te parece la más bonita que has visto en tu vida, porque te hace recordar otra mejor. Otra bonita de verdad, de las de hoyuelos y labios marcados que sin haberlos probado intuyes que si les tocase actuar en el cuento tendrían el título de saber besar. Y el reloj marca las doce demasiado pronto sin darte tiempo a reaccionar, y no encuentras la manera de despertar de ese cuento, tiempo después, aún sin haberle pegado un mordisco a la manzana envenenada. Y a veces, sólo a veces, te sorprendes a ti misma pensando en la mujer del coche con su mano izquierda, en el hombre del quiosco con su dulce mirada, o en quien se permite el lujo de emplear esa sonrisa a su antojo cuando le da la gana. Te preguntas entonces qué tendrá la mujer del coche, el hombre del quiosco, o la persona que sonríe de esa manera sin avisar, para que así sin más, sin apenas conocerles, te hagan sentir  en momentos en los que las calles hablan, los escaparates saludan, las nubes se amontonan y el cielo parece estar más azul de lo normal, unas ganas inexplicables de que al doblar la esquina, te los vuelvas a encontrar.

martes, 3 de septiembre de 2013

Fuego.

Decía la camarera donde hipoteco todo mi equilibrio que cuando la incertidumbre arde, las dudas queman, y el sentimiento se apaga. 

Y qué razón llevaba.