domingo, 30 de junio de 2013

Pinceladas para un futuro manifiesto.

Girarme y descubrir que mi sombra me sigue fiel a todas partes. Sin tiritas, sin dudas, sin gilipolleces. Que me traigan un cola cao con grumitos y cuchara a la cama, caminar por la calle con sonrisa de tonta porque acabo de recordar un piropo raro. Atravesar decidida callejones sin salida pese a que escondan derrotas oportunas, sentirme tan segura de mí misma que mis contoneos no hagan temblar a mis tacones, aunque camine descalza. Que mil noches sean suficientes para que lo que busco no me encuentre, y que en los días nublados, siempre tenga un sol que me caliente el alma. Que el camarero se encapriche conmigo y me sirva las copas gratis, ir de frase en frase ligándome al girar cada palabra descarada. Que actúen sin darme tiempo a pensar, que me lean entre líneas y me entiendan hasta cuando no me entiendo ni yo. Amigos insobornables que me cubran en la retirada y me devuelvan el mordisco, levantarme cada mañana con estrellas enzarzadas en trifulca en el estómago. Sacudirme los cariños desgastados sin tener que cumplir inútilmente con cualquiera. Mirarme y ver que no tengo miedo a querer, porque no van a dejar de quererme. Y sobre todo, no abrirme la cabeza porque me asuste la posibilidad de rompérmela.



domingo, 16 de junio de 2013

Nunca a medias.

No sé reír a medias. No sé ser casi amigo, y mucho menos sé amar a medias. Me incomodan las lágrimas que sólo llevan agua, las frases inacabadas, las personas incompletas, el "no puedo", "no me atrevo", el "no lo tengo claro" o el "sí pero" que no lleva a ninguna parte. O todo o nada, nunca a medias. No entiendo a los falsos valientes, me sacan de quicio los auténticos cobardes y me ponen nerviosa las inseguridades. Camino con ambos zapatos abrochados, con los pies sobre la tierra, y piso fuerte, no a medias. Soy fiel a lo íntegro y a lo sincero, sea como sea y le duela a quien le duela, pero nunca a medias. Me gusta reír hasta que me duele la tripa y no llorar siempre que sea posible evitarlo, ser amigo hasta el final de los problemas, incluido el principio y el durante, y amar tan intensamente que daría la vida por quien amo. En esto también y sobre todo, nunca a medias. No sé querer a medias tintas, si quiero, quiero al completo, con confianza, con todo lo que se puede querer, sin medida, sin agobios, sin prohibiciones ni ataduras. Y es que digan lo que digan, no se engañen, no se puede querer a medias, y mucho menos, amar a medias.

jueves, 13 de junio de 2013

Miradas.

Me fascinan las miradas. Las de los que se aman o se atraen y ya no pueden reprimirse más, pero lo hacen, las que adivinan, o lo intentan, las que observan, las que aguardan pacientes, o impacientes, las cómplices, las que esconden un secreto y las que hablan a voz en grito...sí, hay miradas que hablan, que gritan en el silencio, que desnudan, que te atraviesan de golpe y te arrebatan el alma. Hay miradas que se quedan bien adentro, escondidas,  y a veces es arriesgado dejarles ver la luz porque sabes que si las vuelves a cruzar...Hay ojos en los que me quedaría a vivir y otros que preferiría mantener ocultos tras sus párpados de por vida. Hay  días que temo mirar a otros ojos iguales a los míos por miedo a verme desnuda ante ellos, en cambio hay otros días que me armo  de valor y sin un sólo pestañeo me como el mundo, como si de un algodón de azúcar se tratara. Pero lo que de verdad importa en todo esto es, que da igual el color de los ojos, su forma, los cristales que lleven delante o la longitud de sus pestañas. Lo que de verdad vale la pena, en esencia, sin duda son las miradas. 

miércoles, 12 de junio de 2013

Y ya son las doce.

Puede que a simple vista no se le note, pero Ella le observa. Él remueve el café mientras habla con gracia sin mirar a la taza, con la mano izquierda. Siempre la mano izquierda. Imagina cómo esa misma mano sujetará el arco de su preciado violín, acariciando las cuerdas con dulzura. Continúa observándole. deja caer por un instante los párpados con gesto engañosamente tímido, coge el bombón que adorna el pequeño plato de porcelana y lo desenvuelve desinteresadamente, haciendo una bola con el papel de plata, al tiempo que desliza el dulce entre sus dedos y se lo mete en la boca. Chocolate. Le encanta esa palabra. Y su sabor. Se sorprende a sí misma envidiando al caramelo por un instante, por sentir el placer de dejarse rozar por sus labios, e imagina cómo se derrite poco a poco deslizándose entre sus dientes. Entonces Él sonríe. Sonríe. Y ahí sí que está perdida. Y es que puede lidiar con sus finas y bronceadas manos, puede aguantar esa voz natural e inocentemente sugerente, puede dejar pasar ese pelo cobrizo al sol tan bien  despeinadamente peinado, y aunque por momentos se bañe en sus penetrantes ojos, ese mar de miel lleno de pestañas, puede incluso soportar esa mirada que lo dice todo sin decir nada. Pero su sonrisa...esa sonrisa llena de hoyuelos, de picardía, de ese venacomerteelmundoconmigo, aquí, y ahora, le envuelve hasta tal punto que se olvida hasta de su nombre. Y de todo lo demás. Es entonces cuando de pronto, la pompa de chicle explota, la carroza de cadena y dos ruedas le reclama, suena el reloj,  ya son las doce, y bajo la lluvia ve cómo poco a poco, con sus manos, con su voz, con sus ojos, con su pelo, con su sonrisa, se hace pequeño en la distancia, perdiéndose entre las sombras de la noche.

sábado, 8 de junio de 2013

No todo es Baloncesto.

La combinación perfecta para odiar determinados momentos hasta llegar a temerlos es que no te guste algo que además se te da mal. Nunca me han gustado las despedidas, no entiendo por qué es necesario poner fin a las cosas buenas, a aquello de lo que te cuesta desprenderte y que sabes con total seguridad que lo echarás de menos en el futuro. Para colmo se me dan fatal, no se muy bien qué decir, o cómo decirlo, porque mientras lo estoy haciendo tengo la sensación de estar arrepintiéndome de ello. Hace poco reconocí que había asumido una pérdida importante en mi vida, una pérdida que no se bien cómo encajar, y que día a día siento cómo me acompaña allá donde voy, de manera constante y a veces hasta sin sentido. Hoy llega el fin de una etapa, y aunque lleve meses intentando asimilarlo y mi cabeza sabía que este momento tendría que llegar, los sentimientos no se pueden controlar, y por más que lo intento los míos se niegan a aceptarlo. Y es que para ciertas personas son así de caprichosos, se toman su tiempo. No encuentro ni encontraré jamás las palabras adecuadas para decir adiós a un grupo de personitas que han significado tanto para mí durante estos 4 años, y precisamente por eso no tengo intención de hacerlo. Y es que cuando me refiero a ellas voy mucho más allá de Baloncesto, porque con solamente el deporte en sí no tengo suficiente para describir lo que he vivido con ellas, por ellas, y a través de ellas. Ahora que el motivo que nos unió parece separar nuestros caminos, me aterra el hecho de pensar que de alguna manera también nos separará en todo lo demás. Por más que lo pienso soy incapaz de aceptar que durante el año que viene no seré yo la que pise el campo de Jesuitas durante sus horas de entrenamiento, que habrá otra persona, sea quien sea, que ocupe mi lugar. Y claro que ha habido otras, y las seguirá habiendo, pero hay una cosa que tengo clara, que va mucho más allá del Baloncesto. Venga quien venga y digan lo que digan, hay cosas que están por encima de todo, y ellas, con todo lo que significan, son únicas, y son las mías. 

Para mí, SIEMPRE serán mis niñas.