viernes, 24 de febrero de 2012

A partir de Froid...mi espalda en tus manos.

No apetezco sino lo que tú ambicionas para ambos, porque me doy cuenta de la insignificancia de otros deseos comparados con el hecho de que seas mío. Y me quedo aquí, esperando al sueño, dejando pasar los minutos sin tí, anodinos, impasibles, tristes solo de pensar que tengo que conformarme con escribirte, en lugar de escuchar tu voz, sentir tus cálidos abrazos, y besar tus dulces labios.



jueves, 23 de febrero de 2012

Gorda.

La leche desnatada, el café solo, sin pastas, sin si quiera la triste compañía de la cuchara. No llena los pantalones de la talla treinta y dos, y cuando lo hace se frustra, y sus palabras mueren ahogadas tras tirar de la cadena entre los ecos del llanto que apaga su voz. Y qué decir de sus dientes, los que le quedan, que parecen cicatrices mal cosidas que bien podrían servir de cebo en una ratonera. Y sus nudillos, rojo líquido, pellejos, agrietados, ni el alcohol ni las tiritas disimulan ya su estado. Casi ni respira, por miedo a que el aire no quiera salir, y ocupe espacio entre sus tripas. No duerme, por pánico a soñar inconsciente que ingiere comida. Y cada mañana, tras las escasas horas de cama o sillón, durante las que el cuerpo le traiciona y apaga su cerebro, se levanta como puede, sin fuerzas, sin ganas, y arrastra su saco de huesos frente al espejo del cuarto de baño. Y se ve como se siente. Gorda. Y llora sin lágrimas, y grita sin voz, y siente sin alma, porque ni tan si quiera eso le queda ya. Y consumida, destrozada por fuera, y sobre todo por dentro, se arrodilla, levanta la tapa de su caja de Pandora, y se dispone a regalarle una vez más, como cada mañana, como cada día, las miserias que le quedan para poner fin a su vida.

Autobiografía.

Necesaria para cualquier libro, pospuesta hasta el último momento, se que no puedo esperar más, pero no se me da bien hablar de mí. Vamos con lo malo, que es lo que parece que gusta, de lo que más se habla. Soy algo desordenada. Bastante, en realidad, es como un hábito, una mala costumbre que no puedo, o más bien no pongo interés por eliminar. Me gusta que ciertas cosas ocupen el lugar que en principio no fue determinado para ellas, me gustan ahí, me gusta así, no siento la necesidad de verlas siempre en el mismo sitio. No me gustan las pasas. Respeto que a otras personas les gusten, pero soy egoísta en ese sentido, preferiría que no existieran dentro de las bolsas de revueltos. No me parecen frutos secos, no lo son, no pintan nada, que hagan bolsas solo de pasas, si hace falta, para la gente que las quiera. No para mí. Me cuesta expresar mis sentimientos. Ésto no se si es malo o no, pero se que he hecho daño a otras personas a consecuencia de ello, así que también lo meto aquí. Soy orgullosa. Tampoco en exceso, pido perdón cuando hace falta, pero a veces me cuesta reconocerlo, soy bastante cabezota y me gusta llevar razón, o más bien odio no llevarla. Y ganar, me encanta ganar, en todo, lo de perder no va conmigo. No soporto perder a personas que me importan. Es algo que no sucedería jamás, si dependiera de mí...salvo cuando me hacen daño. Entonces algo me cambia por dentro, se me revuelven las tripas, los intestinos, y hasta los pulmones, que sólo contienen aire para poder revolver, también lo revuelven, y parecen querer explotar de rabia, de nervios, de impotencia. Pero no lo hacen. Y cuando se pasa la tormenta, cuando se relajan y traen consigo la calma, dejan que el aire oxigene mi cerebro, que trabaja mucho más rápido de lo habitual...y hago daño. No siempre, sólo cuando no llego a conclusiones, cuando no encuentro un motivo racional, ni irracional, por el cual pueda merecer ese sufrimiento. Lo hago, no como venganza, si no como necesidad, considero que es necesario hacerlo, es necesario que quien me lo hizo a mí de forma gratuíta, sin un motivo más allá del hacer daño porque sí, o enmarcado dentro de la mentira, la falsedad o la envidia, me escuche, me respete, y me entienda, y para ello no soy capaz de expresarme con palabras que no duelan. Y meto ésto último aquí, porque estoy casi convencida de que, si fuera mejor persona, conseguiría hacerlo de otra manera. Pero mientras tanto, soy así. Soy, y me esfuerzo por seguir siendo. Complejo reto para quien lo entiende, simple afirmación para quien se llena la boca con sus logros de papel...pero me tranquiliza saber que, seguramente, ellos no puedan decir lo mismo.



miércoles, 22 de febrero de 2012

Lo que Dios no ha unido...

...no lo va a separar ni la mujer, ni el hombre. Y todo lo demás, esta vez sí que sí, me lo quedo para mí.

martes, 21 de febrero de 2012

De esos que sólo se le dicen a una persona.

Sé tanto ya, y he dicho tan poco todavía, que agruparía horas en días escribiendo líneas sobre sus costumbres, sus bostezos, sus maneras, y esa tonta facilidad para hacer reír cuando menos te lo esperas. No le gustan las aceitunas, ni verdes ni negras, ni con hueso ni rellenas. El tomate es de esas cosas que le dan igual, que están, y no le molestan. Si puede lo deja, y se lo come cuando no se da cuenta. Siempre naranja, no el color, si no la fruta, el zumo, el refresco, y hasta el fino gajo de la copa de vozca, si es que lo tiene...siempre lo tenía cuando yo se la servía, y apoyado sobre la barra esperaba al último apagón de luces encendidas, y música sin ritmo de voces que se resisten a encontrar la salida. Con esos ojos oscuros tras esas largas pestañas, y esa mirada que llena, que derrite, que conjela. Sobre sus labios hay un lunar que cuando sonríe parece cambiar, y cuando te acercas, cuando le besas, da miedo morderle y que desaparezca. Su piel es suave, muy suave, y en esas manos que acarician con dulzura se transparentan sus venas, firmes y abultadas, que dejan ver cómo la sangre fluye, circula, bombea, y llega hasta su corazón que late con fuerza, a pulso calmado, lento, pero sonoro, seguro. Que late por mí, y sin pudor me lo demuestra. Noche tras noche, día tras día, con cada gesto, con cada sonrisa, con cada botón que desabrocho de su camisa. Y qué más decir, cómo seguir, cómo acabar, si me sobran los versos, las palabras, las razones, para una noche más, reconocer todo lo que le quiero, le admiro...y le necesito.

viernes, 17 de febrero de 2012

Desaparecer.

Transparente, cristalina, sin peso, sin voz, sin vida, como los fantasmas que no llevan sábana. Oscuros letargos en gélidas noches de invierno, que arrastran sollozos de rabia y tristeza. Venas que tiritan, y se anudan para que el frío que soportan al dejar pasar la sangre no las haga reventar. Y esa maldita sensación de querer gritar, con todas tus fuerzas, desde lo más profundo de tu alma, y no poder, tener que quedarte callada hasta que el jodido día de mierda llegue a su fin, y puedas esconderte entre las sábanas, cerrar los ojos, que se haga el silencio...y dejar de existir hasta mañana. Pero entonces llega él, con su manto de piel suave y cálida y su abrazo de olor a calma, y por instantes, por segundos, te transmite la paz que necesitabas.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Londres.

"Sí, Londres, ya sabes: Pastel de riñones, taza de té, mala comida, peor clima, y esa Mary Poppins de los cojones...Londres"

soloquedancincuentaycuatrodías.

viernes, 10 de febrero de 2012

Primer crimen del año.

Dicen que cuando estás a punto de morir, toda tu vida pasa por segundos en imágenes. No se si ocurrirá lo mismo cuando la muerte sucede de manera voluntaria, o más que voluntaria, provocada, de improviso. El caso es que las personas, por inofensivas que parezcamos, a veces, tenemos en nuestras manos la poderosa y horrible posibilidad de arrebatar vidas. Puedes matar un mosquito, un pez y hasta una abeja, aunque en su último suspiro intente clavarte el aguijón. Puedes matar un conejo, un cochinillo o un toro, y hasta comértelo una vez muerto sin ningún tipo de remordimiento. Incluso hay quien puede matar personas físicamente, y lo hace. Puedes matar un alma. Matar un sentimiento, aunque duela, y sufras, y creas que acabarás muriendo tu con él, al final puedes acabar matándolo, y hasta sentirte orgulloso de ello. Pero matar una musa...eso si que es delicado, aún muerto el sentimiento es realmente complicado... primer crimen del año.

jueves, 9 de febrero de 2012

Sobre los guiñoles franceses: Una reflexión para quien quiera leerla.

La Real Academia Española define el término "guiñol" (del francés, gignol) como una representación teatral por medio de títeres movidos con las manos. Su orígen es francés, de la ciudad de Lyon. El creador del guiñol fue un dentista llamado Laurent Mourguet que poco después de haber estallado la revolución francesa, inventó unas historias que escenificaba en su gabinete para distraer a sus pacientes del dolor, con marionetas de guante que se movían detrás del mostrador. Los personajes de aquel guiñol eran representaciones del gente del pueblo, con sus aspirciones, calamidades y problemas, todo ello envuelto en un tono cómico y crítico cuyo único fin era animar y entretener a los espectadores. El personajes central se llamaba Guiñol (Gignol), que prestó su nombre a perpetuidad ara este tipo de representaciones.


Lejos de todo ésto queda lo que, con una sátira extrema que oscurece en exceso el humor negro y hace saltar todos los contadores del tacto y la sensibilidad, representan los ya famosos guiñoles franceses de canal+. La vida hay que tomársela con humor, sin amarguras y aceptando las críticas de los que objetivamente intentan ayudar, y para reírse de los demás, primero hay que aprender a reírse de uno mismo. Pero hay que saber diferenciar cuándo algo puede resultar ofensivo y hacer daño y cuándo no...hasta donde tengo entendido, nuestra capacidad para razonar nos diferencia de los animales, y si bien es cierto que en algunas ocasiones es muy complicado emitir juicios de valor sobre lo que está bien y lo que está mal, en otras los límites están claros para cualquier persona que pueda diagnosticarse bajo un estado psicológico normal. Utilizar unos títeres para burlarse de los deportistas españoles, aún siendo evidente que la base de las bromas se fundamenta en la envidia hacia los méritos conseguidos por éstos, puede llegar a resultar gracioso, es algo que nosotros mismos hemos hecho, incluso puede amenizar un desayuno en el que el mal humor, al levantarte por la mañana a esas horas a las que las calles no están puestas, te acompaña. Aprovecharse de la debilidad económica de un país es una manera un poco rastrera y socorrida de hacer reír, que no debe de malinterpretarse ni recibir más importancia de la que tiene(una vez más, nosotros también lo hemos hecho). Pero atreverse si quiera a mencionar a niños enfermos de Cáncer para ello, es sucio, cruel, y lamentable. Puede que se trate de algo puntual, una ínfima parte de los vídeos en la que muchos ni si quiera os habréis parado a pensar. Pero todo tiene un límite, y en esta ocasión, se lo han saltado.

Mi eterna primera vez.

La vida está llena de primeras veces. Algunas ni si quiera las recuerdas, otras vienen a tu memoria de vez en cuando, en momentos puntuales y de manera inesperada, totalmente involuntaria, y otras, muy pocas, permanecen siempre contigo desde que suceden, acompañándote durante el resto del camino, y desde el instante en el que tienen lugar sabes que no las olvidarás jamás. El primer llanto, los primeros gateos, la primera sonrisa, los primeros pasos. La primera vez que dices papá. La primera vez que ves nevar, la primera vez que ves el mar, la primera vez que pintas la lámina de colores sin salirte de los bordes negros. La primera vez que haces un ancho de la piscina entero, sin manguitos, ni flotador, ni la mano de tu padre sujetando alguna parte de tu pequeño cuerpo. La primera comunión, para quien le importen esas cosas. La primera vez que te levantas por la mañana tras el sonido del despertador, sin la necesidad de que tu madre te despierte.La primera vez que marcas una canasta en un partido. La primera vez que te la marcan a tí en tus narices, después de ponerte una chapa de esas que te dejan con ganas de quedarte quieto sin moverte del sitio, sintiendo en tus propias carnes eso que tantas veces has escuchado decir a los mayores de "tierra, trágame". La primera vez que suspendes un examen. La primera vez que sacas un 10 en uno. El primer amor. El primer beso, y la famosa primera vez, tan desastrosa, peor que cualquiera de las que vengan después...pero a pesar de ello, para muchos, la mejor de todas...para muchos, no para todos. La primera vez que dices "te quiero", y la primera vez que te lo dicen a tí, pero de verdad, sincero. El primer trabajo, y el primer sueldo. El primer fracaso sentido como tal, la primera decepción. El primer enfado con un amigo, la primera pérdida, física o psicológica, o ambas. Podría tirarme horas y horas nombrando primeras veces, y siempre se me ocurriría una más, la recuerde o no, la lista no acabaría nunca, y conforme los días pasaran tendría nuevas primeras veces que mencionar. Lo que trato de expresar con ésto no es el hecho en sí de las primeras veces, si no lo que provocan, esa sensación de nerviosismo, ilusión y curiosidad por saber cómo será, que te recorre el cuerpo de arriba abajo y hace que se te olvide hasta cómo se hace eso de permitir que el aire entre en tus pulmones para poder respirar. Y puede que la segunda sea maravillosa, incluso la tercera, y hasta la séptima, pero nunca serán igual que esa primera vez, porque es especial, y eso la hace única. Sin embargo contigo creo que puedo decir que tengo la excepción que confirma la regla. Mi vida a tu lado está llena de primeras veces. Porque cada vez que estoy contigo es única, especial, siento ese hormigueo en el estómago, ese cosquilleo que me hace poner cara de idiota sin darme cuenta con solo verte aparecer al doblar la esquina, o esperándome parado apoyado frente al coche, con las manos en los bolsillos y esa sonrisa a la que no le puedo negar nada. Así que creo que eres mi primera vez, mi eterna primera vez, que se repetirá una y otra vez como si mi memoria tuviera un alzeimer selectivo, haciéndome sentir tan pequeñita, y al a vez tan grande, tan afortunada porque siendo como eres, de la manera que eres, hayas decidido dejarme verlo, y compartir todo eso conmigo.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Café con sal.

Hacía frío. Mucho, en realidad, cada vez que alguien entraba por la puerta su sombra daba paso a un aire gris y congelado que inundaba todos y cada uno de los rincones del primer piso del edificio. Sara continuó removiendo el café trazando circunferencias semi perfectas de derecha a izquierda, utilizando la pequeña cucharilla de plástico que la máquina había colocado automáticamente dentro de su vaso. En realidad no tenía intenciones de darle ni un solo sorvo, pero le resultaba interesante, incluso entretenido, terminar la conversación que unos minutos antes había comenzado en el recibidor. Sabía perfectamente cuál sería el final, lo sabía desde que Carla se había parado a darle dos besos con ese falso y lamentable "¡Cuánto tiempo, me alegro de verte!"

-¿Entonces? Cuéntame, puedes estar tranquila, no voy a decir nada.-Preguntó Carla, intentando disimular el ansia que en aquel momento le carcomía por dentro. Sara permaneció en silencio durante unos segundos, con la mirada fija en la cucharilla. Dejó escapar una media sonrisa de su boca, alzó la vista, y colocó el vaso de café sobre la máquina.

-Me tiré a su novio. Sí, me lo tiré, me lo estuve tirando durante casi cuatro meses, mientas ella estaba en otro país, ya sabes. Follaba bien, total, por pasar el rato, ya me conoces, un día con uno, otro día con otro...como con su amigo, el chico con el que yo estaba antes que tanto me importaba. Hablaba con ella de vez en cuando, como si nada, y con él ni hablaba, era despecho lo que sentía. Dos o tres semanas antes de que ella regresara, él decidió dejarla...era mucho más cómodo para ambos que lo hiciera en la distancia. Cuando ella volvió fingimos ser solo amigos, como si nada, al igual que cuando volvió él, que fue prácticamente a la vez...y sí, les mirábamos a la cara, y les hemos seguido mirando día tras día, hasta hoy.

-¿En serio?-preguntó Carla, haciendo un tremendo esfuerzo por intentar parecer sorprendida.-No me lo puedo creer...

-No mientas. Te lo crees, como la mayoría. Y como se que te lo crees, y como no tengo ningún interés en que ni tú, ni ellos sepan la verdad, voy a dejar que lo sigas haciendo, y no me voy a molestar en darte explicaciones que no te interesan.

-¿Cómo puedes pensar éso? Claro que me interesan...

-No, no te interesan. Te dan exactamente igual, solo quieres escuchar mierda para poder esparcirla allá donde vayas, como todos los demás. ¿Y sabes qué? No voy a darte el gusto de conocer la verdad.

-Algo que ocultar habrá en esa verdad, entonces.

-Lo que le pasa a esa verdad, es que es demasiado sana, demasiado íntegra, y demasiado bonita como para que gente como tú la pueda apreciar, y no quiero ensuciarla aquí y ahora, hablando de ella contigo.

Podría escribir más, mucho más...pero el resto, me lo quedo para mí.

martes, 7 de febrero de 2012

Hasta ahora.

Se conocieron por casualidad, en una de esas situaciones tontas que merecen la pena, aunque mentirían si dijeran que no guardan un buen recuerdo de ella, o mas bien de ellos. Y con conocerse no me refiero al momento de mirarse por primera vez, pues para entonces ya se habían mirado no una, si no varias veces, posiblemente cientos de ellas...pero jamás se habían visto. Pasaban desapercibidas la una para la otra, incluso se incomodaban, a veces, no parecían encajar, o al menos no tenían ningún interés en hacerlo. Pero entonces llegó aquel día en el que se vieron, aquella noche en la que por la razón que sea, sus miradas se cruzaron y se dedicaron más de los siete segundos arrutinados en su mente por defecto. Y a aquel día, y a aquella noche le siguieron muchos más. No sabría definir el tipo de relación que tenían. Demasiado estrecha para ser considerada una simple amistad, sin circular por sus venas la misma sangre para tratarse de algo fraternal, y aunque haya quien lo insinúe, sexualmente incompatibles para ser algo más...da igual cómo considerarlas, no es necesario poner etiquetas, simplemente eran, y lo eran más aún cuando estaban juntas. Y durante casi 5 años, ni la distancia, ni los problemas, ni las malas lenguas, consiguieron separarlas jamás...ni lo habían conseguido hasta ahora.

Je vais te raconter una histoire...yo no pienso acabarla, si la acabas, la acabas tú.


lunes, 6 de febrero de 2012

¿Qué es lo que quieres contar?

La consulta era amplia, sencilla, decorada al detalle de manera minimalista. Los muebles de madera fina, sin adornos y todos en el mismo tono ocre, hacían juego con el contorno de la puerta y la manilla de un enorme ventanal. Una pequeña lámpara de luz azulada pendía del techo, y sobre la mesa, redonda, sin esquinas, sólo se veía un pequeño ordenador portátil, un cubilete negro, y un par de bolígrafos descapuchados. El suelo no tenía moqueta, como había visto en muchas películas, y para mi sorpresa tampoco encontré uno de esos sofás reclinables en los que el paciente se tumba junto a un alargado flexo de pie y luz blanquecina, y comienza a vomitar las miserias de su vida. Paul permaneció unos minutos callado, sin decir nada, ni tan si quiera me miraba. Leía con detenimiento las hojas del papel que sostenía con su mano derecha, mientras con la izquierda sujetaba una taza cargada de asqueroso y humeante café. Por fin dejó caer los papeles sobre la mesa y centró su mirada en mí. Penetrante, atenta, de ojos azules, claros, muy claros y brillantes.

-Y bien, ¿qué es lo que quieres contar?

domingo, 5 de febrero de 2012

miércoles, 1 de febrero de 2012

El tiempo solo entierra lo que el corazón ya ha dado por muerto.

Mezcla sentimientos, difusos, inquietos, y deja que fluyan las palabras conforme vayan saliendo.
No categorices, no personifiques, siente, déjate llevar, y escribe.
No le busques sentido, si no lo tiene, búscaselo, si te conviene.
Y cuando pregunten, cuando te incomoden, cuando interpreten, no lo tomes mal, bastante que te leen...no es su culpa si no te entienden, cuando ni si quiera tú te entiendes.

Y es así, mezclando, pensando y sintiendo, cuando pienso que en tres días, habrás vuelto. Y aunque la distancia hace el olvido, y aunque no de la misma manera, yo por ti, todavía siento...no se ni el qué, pero siento. Y me tiemblan hasta las uñas, las pestañas, y los labios que aún difuso recuerdan ese último reencuentro que dejó el círculo abierto. Y tengo miedo de mirarte, y volver a verte. De que me mires de nuevo, y no me veas. De estar pintando un nuevo círculo, tan estable, tan perfecto, sin haber cerrado antes otro tan grande que ocupa el papel entero, que pueda romper y estropear el nuevo que tanto deseo. Pero se, que algún día, sea en tres, en treinta, o en trescientos, tú y yo nos miraremos, nos veremos, y hablaremos...y sabré por fin si mi antiguo círculo, merece ser pintado entero.

"Malditos poetas, los buenos, que le quitan a este poeta mediocre la ocasión de decirte nada mas original que "has vuelto". Para ellos la gloria y el talento. Para mí, el milagro de tocarte y saber que sólo lo imposible es cierto."