jueves, 29 de septiembre de 2011

Siete letras.


¿Y si te digo que eres el único? Probablemente mentiría. Pero lo que sí te prometo es que mis próximos besos serán para tí, hasta que el tiempo diga de nuevo "basta", hasta que nos hartemos, hasta que no podamos más, si es que eso pasa. Habrá días en los que no sabré quererte, y días en los que simplemente no me apetezca hacerlo. Habrá días en los que piense que estás completamente loco, que todo esto siempre ha sido una locura, días en los que pierda los ánimos, en los que me falten las ganas, y en los que el pasado me pueda, me pesen los restos, y lo mande todo a la mierda. Pero también te digo que habrá días en los que te eche de menos. Días en los que te quiera de más, días en los que no quiera soltarte, y en los que no quiera que me sueltes. Vuelve a pedirme que no me vaya, estoy dispuesta a quedarme contigo. 

No por tí. Contigo.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Falta de aire.


Se levanta por las noches empapada en sudor. Tarda segundos en ser consciente de que lo que le ha despertado ha sido el sonido de su propia tos. Camina a tientas hasta el baño, sin poder tragar ni el aire que da permiso a sus pulmones para funcionar. Se abalanza contra el lavabo, y como si del elixir de la vida se tratase permite al agua que cae de la canilla atravesar su boca sin tocar sus labios, rozando directamente las paredes internas de su cuello. Siente alivio, y aunque se atraganta, ni lo nota. Y se queda parada ahí, hasta que por fin cesa, se detiene, y tras escupir los últimos restos de tos manchada, ocre, se deja caer lentamente, haciendo resbalar su cuerpo contra la pared como si fuese una triste e insignificante gota que se aferra a sus últimos instantes de vida, y acurrucándose en el rincón de la puerta sin despegar sus frías manos de la barra que sujeta las toallas, la cual nunca ha sabido si tiene otro nombre más corto y preciso. Cierra los ojos sin fuerzas, y aunque le cuesta mantener la calma, se encuentra tan agotada que consigue permanecer ahí, dormida, dando descanso a su mente para que tenga paciencia, deje pasar los días, y no se haga ideas precipitadas.

martes, 27 de septiembre de 2011

Pero en el fondo, nada que importe.

Tan simples y anodinos como manejar una bici con ruedines. Envuélvanlo como quieran, que con la mayoría, todo se reduce a dormir, comer, y...digamos hacer el amor, que decir follar, no suena bien.

Eh! Que quede claro...Con la mayoría.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Setenta y Siete.

Dicen que cuando miras a una persona, cuando la miras de verdad, más allá de la forma de sus pestañas o de la barba de varios días, y sin quedarte embelesada entre los rasgos de su cara ni dejarte atrapar por los destellos de su sonrisa, puedes descubrir el cincuenta por ciento de lo que es. Querer descubrir el resto, es lo que a veces, estropea las cosas. Pero llega un momento en el que mas que pensar, sientes, te dejas llevar, y te arriesgas, porque aún pudiendo una vez más volver a perder todo, en realidad no hay nada que puedas perder cuando de nadie esperas nada, y con el primer cincuenta, no te basta.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Grises.

Ya no soy sino los restos de lo que un día fui.
Solo quedan las migajas, las miserias de un mero nombre que hoy se cae a pedazos, 
y no se escucha, salvo en el leve sonido del eco que retumba en las paredes de una vieja habitación, 
con aroma cargado de humedad y de incienso mal quemado. 
Que lejos de mantener mi fama, 
mi aspecto vivo, reluciente, carismático, 
lo dejé caer en el olvido, 
consumiéndose poco a poco, 
como la cera de una vela encendida en la penumbra a altas horas de la noche, 
o las gotas que mueren en la canilla de un grifo mal cerrado. 
Me condené al olvido, al aparente fracaso, 
desgasté la gloria y me busqué un destierro abandonado...
Pero por fin, respiro aire que no está contaminado.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Le duele la cara de ser tan guapo.


No me preguntéis por qué, ni os molestéis en buscar explicaciones racionales. No existen, él es así. Coherente dentro de su propia incoherencia, elocuente dentro del más absurdo desequilibrio, es capaz de sacar de quicio a cualquiera con sus rarezas...con esa sonrisa, y esas maneras, y todo ese remolino que forma cuando se te acerca. Le he visto mil veces, en mil sitios, de mil formas. Su primera cara de la mañana, recién afeitado y con gafas cubriendo la miel de sus ojos, y su última cara de la noche, de mirada enrojecida y labios con sabor a chicle de menta. Con mucha ropa, grande, fria, y con poca, muy poca, incluso nada. Prácticamente rapado, y con el pelo desgreñado, y por supuesto, casi siempre bien peinado. Le he visto feo, muy feo, aunque siempre esté guapo, el más guapo. Prepotente, insoportable, e increíblemente agradable. Sonreír por tonterías y reír a carcajadas, gritar de rabia y hasta humedecer a sus ojos con tímidas lágrimas, si hago memoria. Le he visto queriendo verle, y le he visto casi sin ganas. Y ahora, definitivamente, las tengo. Porque él ha sido capaz de llegar a ser ese puto único motivo del día que en determinados momentos te hace sonreír y a la mierda con la autodestrucción...por eso que dice Escandar Algeet en uno de sus poemas, de que "los besos de ciertas bocas saben mejor es un cuento que me se desde el día que me dio dos besos y me dijo su nombre". Que de él no me atrevo a esperar nada, simplemente me adapto a lo que me da, me adapto a ello continuamente, porque me compensa, me interesa.Y es que no sabes lo que es encontrarte en lo más alto, que te empujen al vacío, y qué el aparezca de golpe para decirte, "venga, hazme un hueco, y me lo cuentas". No sabes lo que es que él se retuerza y bostece, te abrace hasta hacerte temblar, y como si de un truco de magia se tratase haga desaparecer a todo el mundo. Que yo soy la primera que entiende, a quien pierda la cabeza por su complicada mente y el sentido por sus enrebesadas palabras...pero también las bragas por un roce de mejilla. Que las suspicacias, los disimulos cuando su culo pasa, las incomodidades de orgullo que pueda provocarme, son algo con lo que ya cuento. Con esto quiero decir que a mí de versos no me tenéis que decir nada, que hace tiempo que escribo los míos. Que se cómo agacha la cabeza, levanta la mirada y ladea la lengua, o se muerde el labio superior. Que conozco su voz en formato susurro, en formato chillo, en formato gemido y en formato secreto, ese que no hay quien lo entienda cuando no se molesta en vocalizar. Que me se sus cicatrices, sus tatuajes, y el sitio que tienes que tocarle para conseguir que se ría, y me se lo de su rodilla, y la forma en la que se mueve cuando camina. Que no sólo conoce mi última pesadilla, también otras anteriores, y yo sí que no tengo cojones de decirle que no a nada, porque tengo más deudas con su espalda de las que nadie tendrá jamás con La Luna. Que se la cara que tiene cuando se deja ser completamente él, y la que pone cuando se coloca esa absurda careta narcisista. Que le he visto formar un charco de arena rompiendo todos los relojes que le puso el camino, y le he visto hacerle competencia a cualquier amanecer por la ventana. Que no me hablen de paisajes, si no han visto su cara y no han tocado su cuerpo. Que mira, si, un polvo es un polvo, al margen del anillo manchado entre sus manos y que sólo los sueños puedan posarse sobre las siete letras de su nombre. Que lo entiendo. Que hoy vuelvo a escribir sobre lo mismo. Sobre el mismo. Que razones, podéis tener todos.

Pero yo, muchas más que vosotros.

jueves, 15 de septiembre de 2011

La misma mierda de siempre.

No es nada nuevo, siempre es así. Vive entre gritos, y se acostumbra, aunque de vez en cuanto se engaña, y piensa que las cosas van a cambiar. Pero no cambian, nunca lo hacen. Tiende a ignorarles, a tratar la situación como algo normal, y cada vez que le surge la mínima duda de sí lo es o no, de quién es realmente el malo y el bueno en toda la historia, intenta por todos los medios engañar a su mente para que deje de planteárselo. Lleva haciéndolo durante años, desde que tiene uso de razón, al fin y al cabo basta con permanecer encerrada en su habitación, subir el volumen de la música, y desconectar. Evadirse del mundo, y esperar a que termine. Y en las ocasiones en las que la situación acaba por hacerse insoportable, salir de casa, a pasear al perro que siempre quiso y nunca tuvo, regresar tras un largo rato, y actuar como si nada hubiese sucedido. Así es como ha funcionado siempre, así es como funciona, y así es como funcionará. Le guste o no, es más de lo mismo. Puede adaptarse, o marcharse, pero de nada le servirá revelarse. Más de lo mismo...la misma mierda de siempre.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Fotografía.

Una y cuarto de la madrugada, es tarde. Para los demás, para tí no, nunca lo es, sueles estar despierta, en general más despierta que nunca. No te apetece leer más, la película terminó hace rato, y no sabes bien qué hacer, pero estás convencida de que cualquier cosa será mejor que meterte a la cama, a pelearte con las sábanas sin poder conciliar el sueño. Permaneces ahí, impasible, frente a la pantalla del ordenador, observando fotos, o mas bien fijando tus retinas en ellas sin prestar demasiado interés, dejando que el dedo corazón de tu mano izquierda pulse de forma mecánica la tecla que conduce a la siguiente, y sin centrarte en nada en concreto que requiera tanta atención como para interrumpir tus pensamientos...hasta que llegas a una de fondo oscuro, con su cara en primer plano, sonriente, natural, sin mirar a cámara. Y de pronto te das cuenta de que el fondo no es tan oscuro, porque tus labios se reflejan sobre él. Y ni eras consciente de ello, ni sabes cuánto tiempo lleva ahí dibujada...la jodida sonrisa de idiota que en ese instante tiene tu cara.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Hugo.


A mí me recuerda a la última vez que ella se fue. Otras personas llegaron a su vida y, aún así, por mucho que pase el tiempo él sigue sintiendo que en realidad no saben nada de ella. Que por mucho que hagan no van a saber cómo tratarla. Sólo él. Porque él es a quien sigue buscando, a quien sigue encontrando, y a quien nunca entierra en el pasado. Y le jode, le revienta que otras personas hablen de ella como si la conocieran. No tienen ni idea. No saben nada. Porque él la conoció antes que todos ellos, y descubrió a base de tiempo,de ganarse su confianza, secretos que en su jodida vida podrán conocer. Así que qué mierda van a venir a contarle si ya lo sabe, si sabe todo lo que tiene que saber, y sabe que si no hace nada otros se la arrebatarán, pero, ¿qué puede ofrecerle que sea mejor que nada?

sábado, 10 de septiembre de 2011

No se cómo titularlo, ni cómo empezarlo.

Lo que está claro es que hay preguntas que no tienen respuesta, ni la requieren, realmente. Como por qué las cajas de leche desnatada son siempre de color rosa, por qué David consiguió derrotar a Goliat, por qué Seth traicionó a Osiris siendo su hermano, o por qué pintamos el agua de color azul. No hay una explicación lógica, o más que lógica, racional, simplemente es así, lo aceptamos, y no darle vueltas ni buscar un "por qué" que lo justifique hace que la vida resulte un poco más sencilla. Lo mismo sucede con algunas de las personas que se cruzan en nuestro camino. Van y vuelven, y se vuelven a marchar, y cuando parece que no van a regresar nunca te las encuentras ahí de nuevo, paradas frente a ti con esa mirada y esa sonrisa a la que no le puedes negar nada. Así que creo que he llegado a la conclusión de que al igual que el color de las cajas de leche desnatada, el del agua cuando la pintas, la derrota de Goliat o la traición de Seth, lo mejor que se puede hacer en estos casos es mantener la mirada, devolver la sonrisa, aceptar que están ahí, y sin plantearse durante cuánto tiempo caminarán contigo, disfrutar del momento.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Años con la pieza fuera del puzle.

Dicen que cuando estamos a punto de morir, toda nuestra vida pasa por nuestro cerebro en imágenes. Por suerte todavía no he podido comprobarlo, pero lo que si que es cierto es que los recuerdos, sean malos, o buenos, quedan grabados en nuestra memoria de manera similar. En realidad nuestra vida se compone de imágenes, imágenes que forman un gran puzle cuyas piezas resulta complicado encajar, a veces. La mayor parte de ellas son colocadas una tras otra, de manera secuencial y sin despertar demasiado nuestra atención...hasta que, de vez en cuando, llega una de esas que te hace frenar en seco, contener la respiración, como si pulsaras el botón de pausa en la grabación de una película de acción. Todo el mundo tiene o ha tenido alguna de esas piezas. De esas que hacen que en algún momento el tiempo se detenga, te descoloque por completo, y tu puzle cobre sentido. Y aunque un instante después la grabación siga su curso, y aunque aparezcan nuevas piezas que colocar en el puzle, siempre guardarás esa ahí, sin saber bien qué hacer con ella, ni dónde colocarla, si algún día dejarán de faltarte las piezas suficientes como para encontrar su sitio dentro de tu puzle, si es que lo tiene...y su imagen queda guardada en tu memoria de una forma diferente, especial, aunque te joda reconocerlo sabes que esa pieza te marcó más que las demás....esa imagen, esa pieza, eres tú.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Septiembre entre líneas.

Lo que esperan de ti, y lo que realmente eres.
Lo que consecuentemente debería de "ser lo tuyo", y lo que "es lo tuyo",
nunca es tarde, o sí lo es.
Tomar decisiones, y perderte en ellas, no saber qué hacer.
1200 km por voluntad propia, o porque intentas huir.
Ser valiente y marcharte, o ser cobarde y quedarte,
ser valiente y quedarte o ser cobarde, y marcharte.
Luchar por lo que quieres, saber antes qué es lo que quieres,
y si puedes, o más bien si te lo crees, que sí, que puedes.
Y tantas dudas, tantas vueltas, tantos "depende" rondando por tu cabeza,
que ni tu propio juicio sabe cuál es para él la opción correcta.
Y ves cómo los días transcurren, y caminas sobre ellos como puedes, como te dejan,
pero el tiempo corre más que tú, te saca ventaja en la carrera, se te apaga la voz a momentos...
y en esta ocasión, no consigues ver la meta.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Chapas, Copas y Botellas.


Me aburren. Soberanamente, de manera desmesurada, les miro a la vez que intento hacer un tremendo esfuerzo por prestar atención a la cantidad de banalidades absurdas que pueden llegar a salir de sus bocas. No consiguen convencerme ni lo más mínimo, y no se cómo pueden llegar a ser tan estúpidamente egocéntricos como para no ser conscientes de que quienes tienen a su alrededor no están interesados en lo que con falso entusiasmo intentan transmitir. Tiendo a desconectar, delante suyo, con descaro y sin ningún tipo de disimulo, incluso en ocasiones ni me molesto en mirarles mientras hablan. Y ni por esas, se percatan, ni por esas, se cansan, ni por esas, se callan. Y siempre se quejan de todo, a la vez que fingen no darle importancia a nada. Viven de esperanzas, pero en realidad, no saben ni qué es lo que esperan...y justamente por eso, aparentemente, no esperan absolutamente nada.

martes, 6 de septiembre de 2011

Digamos hacer el amor...que decir follar, suena mal.

Hay ciertas palabras que por su tono soez y su consideración vulgar en general nuestra sociedad se escandaliza al escuchar, e intenta evitar usar. Así que yo tengo que reconocer, que gran parte de las veces que te veo siento unas ganas de hacerte el amor que no te las puedes ni imaginar. Que te haría el amor muchos días, aquí mismo, en mitad de la calle, bajo una escalera o en un portal, y no una, si no varias veces, cientos de ellas. Y utilizo esta expresión, porque cualquier otra que defina tal acto centrándose en su contenido sexual poéticamente sonaría mal, pero es lo que de nuevo me haces sentir, como hace tiempo, cada vez más. Y podemos seguir conversando durante horas, ebrios, sobrios, sobre cualquier tema interesante o sobre cualquier banalidad, y puedo seguir abrazándote y besándote de esa forma inocente que hasta me hace temblar, pero en el fondo pienso en algo más violento, más divertido, más pasional. Porque lo que realmente quiero es hacerte el amor, y hacerlo bien, mas de una vez, sin prestar interés al reloj ni a nada que nos pueda molestar...pero por culpa de la desconfianza que me conseguiste generar, no te lo puedo contar.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Sobre eso que llaman Musas.

La inspiración no se puede manejar. No es algo que se pueda elegir, viene cuando quiere y punto, no hay que darle vueltas. Puede que estés metido en la cama, a punto de quedarte dormido tras varias vueltas de colchón y almohada, puede que estés a punto de salir de casa camino de una reunión, que te pille tomando un café (y con tomar un café no me refiero a su significado literal, es la tendencia a utilizar esa expresión cada vez que se sale a tomar algo, porque a mí el café no me gusta), o dándote una ducha después de volver de correr, como ha sucedido ahora. El caso es que llega, y si quieres aprovecharla en su estado máximo lo mejor que puedes hacer es dejar lo que sea que estés haciendo, y sacar papel y boli o encender el ordenador. Y durante los siguientes minutos, incluso si tienes suerte, horas, serás capaz de escribir los versos o párrafos que en otro momento ni se te hubieran pasado por la cabeza, y que de no hacerlo entonces probablemente no vean la luz jamás...en tus manos está decidir si compensa o no el cambio, si merece la pena. También es cierto que con el tiempo y la experiencia aprendes a buscarla, pero sin agobios, sin forzarla, y sobre todo asumiendo el posible fracaso, sin la certeza de que la vayas a encontrar. Dejar que fluya a partir de esa canción, con ese olor, en aquel lugar, en esos recuerdos...y sobretodo a través de esas personas. Musas, las llaman, aunque a mí no me gusta demasiado la palabra, recuerdo que cuando era pequeña la escuché en una película y nadie supo explicarme bien lo que significaba. Hoy mismo no soy capaz de dar una definición exacta del término, pero podría nombrar al menos 4 personas que para mí, lo son. Son personas que tienen algo, no sabes bien el qué, pero te atraen, te interesan, porque son interesantes de por sí, elocuentes, íntegras. Y ese algo te incita a escribir, no necesariamente sobre ellas, simplemente te inspira, te motiva. Puede que al resto no, cada uno tiene las suyas y no es uno mismo quien las elige, pero el caso es que generan en tí esa sensación de "necesito escribir ésto, y necesito escribirlo ya". Hay veces que por circunstancias de la vida puedes llegar a perderlas, y no hay nada más triste para un escritor(que no es lo mismo que una persona que escribe, las cuales generalmente carecen de musas) que perder a una de sus musas. También es cierto que nunca puedes saber con certeza si la perdiste para siempre o no, y a veces, cuando menos te lo esperas, regresan. Y sea cual sea la razón que te hizo pensar en el pasado que era mejor no mantenerlas a tu lado, cuando vuelven, no te queda otro remedio que perdonarlas, o mas que perdonarlas, aceptarlas de nuevo en tu vida, adaptarte a lo que te den sin pedir explicaciones, aunque tal vez quieran dártelas, porque sabes que te compensan, que de una manera o de otra, las necesitas...y que merecen la pena.